FE Y ESPERANZA, RESPUESTA A TIEMPOS DE TENSIÓN
Reflexión de fin de año 2013
Este año que está llegando a su fin ha sido marcado por hechos significativos para nuestro país y la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas. Por dos veces fuimos recibidos por la Presidenta de la Nación, generando un hecho sin precedentes en el camino del reconocimiento de la diversidad religiosa y la presencia evangélica en el país. También otras federaciones evangélicas y comunidades religiosas pudieron participar de esta apertura. Pero no fue, por cierto, un tiempo sin dificultades. No es nuestro cometido enumerar logros y problemas, pero sí destacar que, en las buenas ocasiones y en otras de dolor, en los avances conseguidos y en las dificultades y controversias, hemos visto el deseo de la gran mayoría de nuestro pueblo de vivir en paz. Sin desconocer los conflictos y la puja de intereses o las diferentes posiciones políticas debemos afianzar la búsqueda de modos de convivencia que no nos lleve a la arena de los enfrentamientos violentos e irreductibles.
Desafortunadamente no todos lo han entendido así, y hemos asistido a expresiones de odio y agresiones verbales y simbólicas, incluso con hechos violentos, que han conspirado contra el clima de entendimiento, diálogo y buen vivir al que todos aspiramos. Esto es particularmente grave cuando se da en las fuerzas que deben custodiar el orden público. Es también destructivo cuando son manifiestas en boca de dirigentes políticos y comunicadores sociales. Algunas de las iglesias de nuestra Federación, así como otras comunidades religiosas, han sufrido estos ataques.
Treinta años continuos de vigencia democrática
Nuestra Federación se une a todos los argentinos de espíritu democrático en la celebración de los treinta años de vigencia ininterrumpida de las instituciones de la República. No han sido años fáciles, pero aún en momentos críticos el sistema institucional dio respuestas sin apartarse del orden constitucional. Hemos de lamentar, eso sí, que en algunos casos esto se hizo con represión y muertes innecesarias. Tampoco ignoramos que a lo largo de estos treinta años hubo hechos puntuales de desvío por parte de fuerzas del estado de su cometido específico, casos de corrupción o actos reñidos con el bien común. Señalamos el valor de que se busque acabar con la impunidad de los crímenes cometidos por la dictadura, y confiamos en que las violaciones a la dignidad y la vida ocurridas en tiempos democráticos también encontrarán su camino de justicia.
Un mundo convulsionado
Nuestro mundo padece el clima de incertidumbre que nos impone el sistema económico-financiero global, la soberbia de las potencias militares y las manifestaciones de la violencia social que sigue campeando en gran parte del planeta. Estos componen un escenario donde se hace dificultoso sostener los valores de justicia y paz al que somos llamados, como humanos y como cristianos. Porque supo sostenerse en sus convicciones y fe en este sentido, celebramos la vida y testimonio de un gran artífice de justicia y paz, como fue el Dr. Nelson Mandela. Su inspiración debe seguir guiando la búsqueda de un mayor entendimiento.
Nos alegra ver que en nuestro continente sudamericano, aún en medio de estas tensiones, se sigue afirmando el camino democrático y buscando el bienestar del pueblo. Valoramos logros de todos nuestros pueblos, mas queremos destacar el hecho de las conversaciones de paz en la hermana República de Colombia. Es nuestra ferviente oración que estas lleguen a buen término, para bien de su pueblo, especialmente de quienes inocentemente son víctimas de los enfrentamientos y la violencia desatada.
Los diversos acuerdos, en días recientes, que alejan, al menos parcialmente, el peligro de enfrentamientos armados en diversas situaciones en Oriente Medio, aunque no constituyan soluciones definitivas y tengamos que seguir lamentando enfrentamientos y muertes, marcan el camino mejor. La guerra nunca dará seguridad alguna a la vida de los pueblos.
La agenda nacional
En medio de este clima estimamos un logro colectivo que nuestro país pueda evitar las consecuencias de las políticas de ajuste y suspensión de servicios sociales que se han impuesto en otras partes del mundo. Vemos con beneplácito como se continúa con la ampliación de derechos y políticas sociales, si bien aún queda mucho por hacer en términos de superar las consecuencias y secuelas de la pobreza estructural. Por otro lado reconocemos que ciertos vaivenes en la política económica-financiera, la sed de ganancias desmedidas en algunos sectores empresarios y el peligro vinculado a la carestía de productos básicos nos indican que no todo funciona adecuadamente. También en esto es necesario buscar un diálogo fluido y medidas que tengan siempre en cuenta a los sectores más postergados de nuestra población.
Entre los temas pendientes, sin pretender un listado exhaustivo, queremos mencionar una mayor equidad en el régimen de tenencia y uso de la tierra, especialmente en lo que hace a las tierras y dignidad de los pueblos originarios. Merece especial atención la mejora de los niveles educativos. También en el campo cultural y en la diversidad comunicacional, reconociendo los avances hechos, hay un largo camino por recorrer. Nos preocupa el empleo no registrado y deseamos un sistema impositivo más equitativo. Sigue siendo un asunto delicado el poder equilibrar el necesario desarrollo económico y su alcance a todos los sectores sociales, con la sanidad de todos los habitantes, el cuidado del medio ambiente y la preservación de nuestros bienes naturales.
Junto con otros sectores sociales y religiosos estamos profundamente preocupados por el efecto destructivo que el comercio de drogas ilícitas está causando en nuestra sociedad. Es necesario atender al consumidor, que también es una víctima, a la vez que combatir a quienes lucran con estos hechos criminales y generan una violencia social homicida.
Por la libertad e igualdad religiosa
En el plano religioso que nos concierne directamente, solicitamos en ambas audiencias presidenciales la derogación de la ley de Registro Nacional de Culto (21745), ley impuesta por la última dictadura cívico militar, y su reemplazo por una legislación de la democracia que garantice la libertad e igualdad de cultos. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner asintió e indicó que esto era necesario. Hemos consensuado con otras Federaciones evangélicas y grupos religiosos, junto con la Secretaría de Culto de la Nación, un nuevo texto a ese fin. Este no llegó aún al Congreso. Confiamos en que a la brevedad se cumplirá con este punto pendiente de nuestra democracia, que hace a la libertad e igualdad en el plano religioso.
Celebramos que el nuevo Código Civil y Comercial, que cuenta con la media sanción del Senado de la Nación, incluya explícitamente a las iglesias, comunidades, confesiones y entidades religiosas como personas jurídicas. Sin embargo nos gustaría que en la revisión que aún debe hacer la Cámara de Diputados puedan contemplarse el derecho de éstas de organizarse institucionalmente de acuerdo a sus propias tradiciones y creencias, y reconocer la función particular que cumplen, que las diferencia de otras personas jurídicas. Además persiste la desigualdad que da a la Iglesia Católica Romana un status diferenciado como persona pública. Por otro lado no creemos que sea saludable que el nuevo Código esté sujeto a los planteos doctrinales católico-romano ni de cualquier otra creencia, o sometido a las presiones de cualquier otra corporación. La ley debe reflejar el consenso del pueblo y tener como única meta su bienestar.
Finalmente, no queremos ignorar la importancia que tiene para nuestro país la elección del cardenal Jorge Bergoglio como el papa Francisco. Confiamos que la repercusión de este hecho sea positivo, y que en la línea que ha expresado el nuevo Pontífice católico, se fortalezca el diálogo y la mutua aceptación. Coincidimos con su pensamiento cuando, en la Audiencia en Río de Janeiro con la clase dirigente de Brasil expresó : “La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas”. Esperamos que esto pueda ser realidad en nuestro país tanto en el orden jurídico como en el clima social y cultural.
Mensaje de esperanza
El Evangelio de Jesucristo es siempre esperanza y fe, una afirmación del don de Dios en la vida humana y de toda la creación, un llamado irrestricto al amor al prójimo, una certeza en el Espíritu que guía en sabiduría a quienes obran con buena voluntad. Es una palabra de consuelo que invita a escuchar y acompañar a quien padece, y obrar en solidaridad con los que ven su vida en riesgo, a los y las más pobres, débiles y vulnerables en quienes se muestra el Cristo. Esto se afirma tanto en las actitudes personales como en las decisiones colectivas. Por eso, una vez más, comprometemos nuestras oraciones y nuestra participación en todo aquello que nos construya como pueblo, que nos afirme en lazos de justicia y paz entre nosotros y con los otros pueblos de la tierra. Y oramos, con el lema del Consejo Mundial de iglesias “Dios de la vida, danos justicia y paz”.