Buenos Aires, 15 de abril de 2014
A las iglesias Asociadas a FAIE
A sus familias y allegados
Al pueblo evangélico de Argentina
“¡El Señor ha resucitado! ¡Sí, verdaderamente ha resucitado!”
Con esta aclamación se saludaban los primeros creyentes cada domingo de Pascua, y así hemos de seguir haciéndolo por nuestra fe.
La Federación Argentina de Iglesias Evangélicas por este medio quiere hacer llegar a todas las iglesias asociadas, y al amplio pueblo evangélico de nuestra patria, más allá de distinciones y ocasionales diferencias, la expresión gozosa de una nueva celebración de la Pascua.
La Pasión, muerte en la Cruz y gloriosa Resurrección que rememoramos cada año en esta fecha es el cimiento de nuestra fe compartida, es la muestra definitiva del amor de Dios que se entrega por nosotros y nos conduce a vida plena. Al recordar estos hechos, al reflexionar sobre su significado para nuestras vidas y para la vida de toda la humanidad, al orar y cantar juntos en nuestros cultos, al compartir la Mesa de su Pacto, nos afirmamos en caminos de verdad y solidaridad, y renovamos nuestra esperanza en la vida eterna. Confesamos nuestras faltas en la certeza de un Dios de perdón que nos renueva, y que por el bautismo nos hace partícipes de su muerte y resurrección.
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él” (Romanos 6:1-9). Quiénes afirmamos esto con el apóstol Pablo, más allá de nuestras diferencias en otras cosas, hemos sido hermanados en su amor y somos sostenidos por su Santo Espíritu.
Vivamos, pues, cada día con el compromiso de mostrar al mundo la nueva vida que Dios nos ofrece en Jesús Mesías, el anuncio de la esperanza, el gozo de la salvación y que el Dios de todo amor nos ilumine y bendiga a nuestro pueblo con nuevos días de justicia y paz.
Por la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas
Néstor Míguez – Presidente