Toda vida es don de Dios
“Escucharé lo que el Señor va a decir; pues va a hablar de paz a su pueblo, a los que le son fieles, para que no vuelvan a hacer locuras.”
(Salmo 85:9)
La vida, toda vida, es don de Dios. Y es parte de nuestro mandato evangélico afirmarnos en la defensa de la vida, especialmente de los más desprotegidos, débiles e inocentes. Como Federación Argentina de Iglesias Evangélicas queremos expresar enfáticamente que la paz de la que nos habla la Palabra de Dios, es una paz que se sostiene sobre la justicia y que busca la dignificación de toda persona y la dignidad de los pueblos.
Sin embargo, nuevamente las diferencias religiosas, encubriendo también otros intereses y prejuicios, se manifiesta en acciones de una violencia inusitada tanto por grupos de fanáticos religiosos como por parte de estados poderosos, que apelan a sus armas para atacar no sólo a enemigos, sino haciendo blanco sobre objetivos civiles, hospitales y escuelas, matando indiscriminadamente familias, niños y ancianos. Los bombardeos del Estado de Israel sobre la Franja de Gaza, donde cientos de personas inocentes, en su mayoría mujeres y niños, son asesinadas diariamente, o los que ha emprendido Estados Unidos de Norteamérica en Irak no son actos de paz ni de justicia. No se puede combatir el terrorismo con actos igualmente horrorosos y criminales.
Es necesario, en este contexto, respetar las decisiones de los organismos internacionales y evitar las intervenciones militares de países ajenos en los conflictos locales. Las situaciones recientes nos muestran que las acciones unilaterales no hacen sino aumentar la violencia y el odio. Lejos de contribuir a la paz, han aumentado la inestabilidad y generado aún más muerte.
Por ello es menester que desde diversos espacios de fe y de compromiso con la vida en plenitud, afirmemos de manera contundente que no se defiende la vida matando, ni hay paz que pueda nacer de la violencia, ni hay paz posible a partir de ninguna acción bélica. La paz es fruto de la justicia, del respeto a la vida, de la buena voluntad hacia todos.
Por la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas,